La imposición del sentido común

Ha pasado más de un año de la declaración de la pandemia de la COVID-19 y aún se debaten cuestiones básicas respecto al mejor modo de abordarla. Es como si además de la perdida de los sentidos del gusto y el olfato, con frecuencia asociados a dicha enfermedad, la afectación más grave hubiera sido la perdida del sentido común.

Nada acerca del origen y la naturaleza del virus, de su contagiosidad, de su tratamiento o la eficacia de las vacunas parece seguro ni definitivo. Lo único indiscutible es la conveniencia de que cada persona conozca en todo momento si está infectada o inmunizada frente al virus. Es la diferencia entre contagiar o no a terceros, entre acceder pronto o demasiado tarde a la atención médica, o recuperar libertades fundamentales como el derecho a trabajar, a desplazarse o visitar seres queridos.

Pues bien, un año después, y con el sentido común sin recuperar, todavía encontramos la oposición de personas e instituciones a la implantación de soluciones que registren el estado de salud de las personas en relación a la enfermedad COVID-19 (ver artículo*). Es cierto que algunas empresas e instituciones comienzan a descubrir ahora lo que resultaba obvio desde el inicio, pero sólo para enfrentarse a acusaciones de falta de equidad y discriminación, abuso de poder o limitación de libertades.

Nadie discutirá que la existencia de registros del estado de salud de las personas es tan antigua como la práctica de la Medicina. Si acaso, después de siglos, hemos avanzado en la aceptación de que el individuo es el propietario soberano de esa información, aunque en la práctica no se le reconozca fácilmente. Basta sólo con solicitar el propio historial clínico en un centro asistencial para sorprenderse con las dificultades para obtenerlo.

¿De dónde nace, entonces, tanto rechazo al registro de resultados de unas pruebas diagnósticas o de la administración de esta vacuna en particular? Objetivamente no puede sostenerse más que a partir de ciertos prejuicios respecto al uso que algunos puedan hacer de esa información o al formato en que se disponga de la misma.

Desde BlockTac hemos insistido durante meses y en muy distintos foros sobre la conveniencia de implantar la solución que, mediante el uso de la tecnología Blockchain, pusimos en el mercado al inicio de la pandemia (ver aquí). Sus características son las más completas que puedan demandarse en las actuales circunstancias:

  • PROPIEDAD SOBERANA. Cada persona es la dueña de la información sobre su estado de salud. Es ella quien decide cuándo, cómo y con quién comparte dicha información.
  • PRIVACIDAD. Los certificados se emiten de manera que preservan la identidad del titular. La información tiene un carácter reservado, y al acceder a ella no es posible saber a quién corresponde si el titular de la misma no lo desvela con un certificado ad hoc.
  • INVIOLABILIDAD. No pueden ser manipulados o falsificados. Dada la naturaleza de la información y su posible impacto en las actividades sociales, es crítico evitar su posible falsificación por el bien de todos.
  • CONVENIENCIA. Fácil disponibilidad y portabilidad de los certificados. Es posible tenerlos siempre a mano, a la vez que se evitan los problemas de pérdida o extravío de los mismos.
  • VERIFICACIÓN. Permite que terceros puedan verificar la autenticidad de la información de manera inmediata.
  • ACTUALIZACIÓN. La información del certificado puede actualizarse para reflejar las modificaciones que puedan darse en el estado de salud de la persona o en las indicaciones o recomendaciones a seguir en cada caso.

De momento, todas las objeciones que se presentan a estas certificaciones encuentran respuesta. Y además, de manera más completa y segura que la mayoría de las iniciativas que ahora aparecen, basadas en tecnologías menos seguras y susceptibles de manipulación. De ahí que manifieste nuestro agradecimiento a las personas y organizaciones visionarias que desde el inicio confiaron en nosotros y nos dieron su apoyo.

Pasan los siglos, los problemas cambian, pero el principio permanece: la verdad nos hace libres. Démosle una oportunidad.

Francisco Guillén, CEO
BlockTac: The Factory of Trust

(*) What Are the Roadblocks to a «Vaccine Passport»?

 

 

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